Nunca me dieron tanta tristeza
como ahora
las bicicletas
o
verte en los labios de alguien más
en el tren
o un par de ojos
que se bajaron del colectivo
para qué
cuesta
el cuerpo
y el tiempo cuesta
sacarte de los mielinas de mi cabeza
para que no estés
habitando un lugar
insospechado
por mí
por vos
para tanta miseria
llorar
(cuando ves
al extraño de los labios
finitos
en el tren
reírse
como cuando vos
te reías borracho
en ese bar)
o mirar por la ventana
la estación triste de Liniers
estoy atrapada
en el aburrimiento de lo que deja el silencio
los hilos se te ven
demasiado
pronto
y ya sabemos
así no se cose un castillo
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