jueves, 25 de julio de 2013

Al final

Al final, la mejor manera de viajar es sentir. 
Sentir todo de todas las maneras. 
sentir todo excesivamente, 
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas 
y toda la realidad es un exceso, una violencia, 
una alucinación extraordinariamente nítida 
que vivimos todos en común con la furia de las almas, 
el centro hacia el cual tienden las extrañas fuerzas centrífugas 
que son las psiques humanas en su acuerdo de sentidos. 

Cuanto más sienta, cuanto más sienta como varias personas, 
cuanto más personalidades tenga, 
cuanto más intensamente, estridentemente las tenga, 
cuanto más simultáneamente sienta como todas ellas, 
cuanto más unificadamente diverso, dispersadamente atento, 
esté, sienta, viva, sea, 
más poseeré la existencia total del universo, 
más completo seré por el espacio entero afuera. 
más análogo seré a Dios, sea él quien sea, 
porque, sea él quien sea, con certeza es Todo, 
y fuera de Él sólo hay Él, y Todo para Él es poco. 

Cada alma es una escalera hacia Dios, 
cada alma es un pasillo-Universo hacia Dios, 
cada alma es un río corriendo por márgenes de Externo 
hacia Dios y en Dios con un susurro taciturno. 

¡Sursum corda! ¡Erguid las almas! ¡Toda la Materia es Espíritu, 
porque Materia y Espíritu son apenas nombres confusos 
dados a la gran sombra que empapa lo Exterior en sueño 
y funde en Noche y Misterio el Universo Excesivo! 
¡Sursum corda! En la noche me despierto, el silencio es grande, 
las cosas, de brazos cruzados sobre el pecho, observan 
con una tristeza noble mis ojos abiertos 
que las ven como vagos bultos nocturnos en la noche negra. 
¡Sursum corda! Despierto en la noche y me siento diverso. 
todo el Mundo con su forma visible de costumbre 
yace en el fondo de un pozo y hace un ruido confuso, 
lo escucho, y en mi corazón un gran pasmo solloza. 

¡Sursum corda! ¡Oh Terra, jardín suspenso, cuna 
que mece el Alma dispersa de la humanidad excesiva! 
Madre verde y florida todos los años reciente, 
todos los años vernal, estival, otoñal, hiemal, 
todos los años celebrando a manos llenas las fiestas de Adonis 
en un rito anterior a todas las significaciones, 
en un gran culto en tumulto por las montañas y los valles! 
¡Gran corazón latiendo en el pecho desnudo de los volcanes, 
gran voz despertando en cataratas y mares, 
gran bacante ebria del Movimiento y de la Mudanza, 
en celo de vegetación y florescencia rompiendo 
tu propio cuerpo de tierra y rocas, tu cuerpo sumiso 
tu propia voluntad trastornadora y eterna! 
Madre cariñosa y unánime de los vientos, de los mares, de los prados, 
vertiginosa madre de los vendavales y ciclones, 
madre caprichosa que hace vegetar y secar, 
que perturba las propias estaciones y confunde 
en un beso inmaterial los soles y las lluvias y los vientos! 

¡Sursum corda! ¡Te observo y todo yo soy un himno! 
Todo en mí como un satélite de tu dinámica intima 
gira serpenteando, quedando como un anillo 
nebuloso, de sensaciones remanescidas y vagas, 
alrededor de tu figura interna, túrgida y fervorosa. 

¡Ocupa con toda tu fuerza y todo tu poder ardiente 
mi corazón a ti abierto! 
Como una espada, traspasando mi ser erguido y extático, 
intersecciona con mi sangre, con mi piel y mis nervios, 
tu movimiento continuo, contiguo a ti misma siempre, 

Soy un monte confuso de fuerzas llenas de infinito 
tendiendo en todas las direcciones a todos los lados del espacio, 
la Vida, esa cosa enorme, es la que prende todo y todo une 
y hace que todas las fuerzas que pugnan dentro de mí 
no pasen de mí, ni quiebren mi ser, no partan mi cuerpo, 
no me arrojen, como una bomba de Espíritu que estalla 
en sangre y carne y alma espiritualizados hacia entre las estrellas, 
más allá de los soles de otros sistemas y de los astros remotos. 

Todo lo que hay dentro de mí tiende a volver a ser todo. 
Todo lo que hay dentro de mí tiende a deshacerme en el suelo, 
en el vasto suelo supremo que no está encima ni abajo 
sino sobre las estrellas y los soles, sobre las almas y los cuerpos 
por una oblicua posesión de nuestros sentidos intelectuales. 

Soy una llama ascendiendo, mas asciendo hacia abajo y hacia arriba, 
asciendo para todos los lados al mismo tiempo, soy un globo 
de llamas explosivas buscando a Dios y quemando 
la corteza de mis sentidos, el muro de mi lógica, 
mi inteligencia limitadora y helada. 

Soy una gran máquina movida por grandes correas 
de la que sólo veo la parte unida a mis cilindros, 
el resto va más allá de los astros, pasa más allá de los soles, 
y nunca parece llegar al cilindro de donde parte ... 

Mi cuerpo es un centro de un volante estupendo e infinito 
en marcha siempre vertiginosamente en torno de sí, 
cruzándose en todas las direcciones con otros volantes, 
que se interpenetran y mezclan, porque esto no es en el espacio 
sino en no sé qué dónde espacial de otra manera-Dios. 

Dentro de mí están presos y atados al suelo 
todos los movimientos que componen el universo, 
la furia minuciosa y de los átomos, 
la furia de todas las llamas, la ira de todos los vientos, 
la espuma furiosa de todos los ríos, que se precipitan, 
la lluvia como piedras arrojadas de catapultas 
de enormes ejércitos de enanos escondidos en el cielo. 

Soy un formidable dinamismo obligado al equilibrio 
de estar dentro de mi cuerpo, de no rebosar mi alma. 
¡Ruge, estalla, vence, quiebra, estruenda, sacude, 
brama, tiembla, espumarea, sopla, viola, explota, 
piérdete, trasciéndete, circúndate, vívete, rompe y huye, 
sé con todo mi cuerpo todo el universo y la vida, 
arde con todo mi ser todos las lumbres y luces, 
marca con toda mi alma todos los relámpagos y fuegos, 
sobrevíveme en mi vida en todas las direcciones! 

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