viernes, 1 de febrero de 2013

city of light

el verano
sabe ser demasiado
y lo acepto
no voy a renegar
de su luz
ni del vaho que emanan las calles
ni del calor
pegado al cuerpo
insoportablemente
porque
eso sería
olvidarme
de las ganas de caminarlo todo
no importa la hora
y de la luna
entre los adoquines
y entre las terrazas de los edificios

bajo del colectivo
y me niego a quemar
más aire
pienso
en los que no tienen
otro aire
y pienso en los que tienen
ese aire falso
y helado
y ya no quiero
ser parte
de una contradicción
contra natura
y acepto
que el aire
es el que le dejamos
y que caminar
no hace daño
sobretodo
a quien comienza
a despedirse
de una ciudad
que ha comprendido
a fuerza de escuchar
sus sonidos
y ver sus calles
nunca me voy de esta ciudad
ya no
pero la distancia
necesaria
para que pueda
lanzarme
a la vida
simple
que añoran mis tenazas
también hay que aceptarla

camino
veo pasar las marquesinas
ahora apagadas
los hombres de gorra
que buscan
en los grandes tachos
el olor a basura
y calor
de las esquinas
sobretodo
las esquinas olvidadas
paso por la plaza
una plaza con rejas
y sin luces
oigo
las voces de quienes
tomaron
un espacio
más allá
y ya no van a disputarse
la posesión
porque ningún público
debería hacerlo
el vecino es feliz
en su jungla de montañas grises
en las bocas abiertas
con las luces en los balcones
en las bocas cerradas
el vecino conoce
el camino
sin luz
y baja
hasta la calle
y se ríe
en la plaza
los árboles
y sus chicharras de noche
el aleteo de los murciélagos
los autos que se van apagando
y pasan
como zumbidos por las avenidas
las luces
naranjas
el sincronario de semáforos
me detengo
respiro
sobre una senda peatonal
veo pasar
una hoja seca
la más seca del verano
e intuyo
que inevitablemente
llegará el otoño
para esta ciudad y sus cuerpos
y yo estaré
lejos
pero nunca lejos
ya no existe distancia
entre estas calles
y mis días
todo lo que estaba en el medio
siempre lo estuvo
y lo acepto

veo a la luna
asomarse
entre los galpones
del tren
un tren pensado por ingleses
para el abandono
la luna brilla  sobre felipe vallese
jamás olvidaré
esa calle
y sus árboles
jamás
sentiré pena
oigo el rumor de un taxi
a través de los adoquines
pongo la mano en uno de ellos
cierro los ojos
está sucio
y caliente
no puedo poner en palabras
todo el tiempo
que detiene
desde que está ahí
abro los ojos
veo crecer la hierba a sus lados
la vida se abre
camino
siempre
indetenidamente
no hay nada que podamos hacer
para pararla
alguien chista
en la otra esquina
sigo caminando
y cuando subo
por el ascensor
y cuando abro la puerta
siento el abandono
que sienten
los que están solos
y comienzo a preguntarme
por todo lo que está por venir
lejos
ahora sí
lejos
pero nunca lejos
de esta ciudad
ya no más

abro mis ventanas
porque hoy hay viento
y hay que agradecerlo
siempre hay que agradecer
en la ciudad
el viento
veo
la media luna
de costado
como sonriendo
como sosteniendo en el aire
el hilito
de mi existencia
la miro
la amo
me acuesto desnuda en la cama
la cabeza en los pies
para sentir su luz
azul
entrando por la ventana
en mis párpados
voy a dormir mejor esta noche
pienso
y me pregunto
qué lado de la luna ve
la otra ciudad
quién seguirá despierto
mientras
todos duermen de día
pienso en un centinela
un pastor de árboles
y de sonidos
que sabe ocultarse
en las avenidas
imagino a un gigante azul
con la cara oculta de la luna
en sus manos
imagino que estoy
en  una de sus palmas
que es un bote fresco
 y oscuro
y me duermo

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