jueves, 14 de febrero de 2013

la nostalgia es del futuro

se van acortando
las mañanas
en plaza irlanda
y la nostalgia
mira
el cielo cubierto del amanecer
los techos
y el hilo naranja
detrás de la cancha de ferro
el rumor silencioso de la avenida
imagino
los semáforos
repitiéndose
en la soledad de gaona
a la madrugada
un estribillo
sin público más que los perdidos
más que los extaviados
en las sombras 
arriba
donde vivo yo
las bocas impávidas de los edificios
de las cajas de cartón
donde metemos
nuestra existencia
es inagotable
esta ciudad
y sus posibilidades
de no respiro
de abrir las tráqueas
porque
no se agota nunca
el abandono
es 
como el aire
a pesar de la humedad de febrero
de la quietud
de la tempestad
instalada hace días
una bestia mansa y gris
que no termina de
huir
y vuelve

anoche
aproveché el apagón
y en el balcón
vi más estrellas
y ninguna luna
todavía
la luna es un aro fino
de luz
demasiado nueva
todavía
vi los picos de la iglesia
de santa maría
veo la oscuridad de la plaza
el gobierno de las acacias y los olmos
sobre la oscuridad de la plaza
el refugio insondable
de la plaza
no puede haber una boca de lobo
más perfecta
que la noche a la altura
de las cabeza
de la noche
oigo
entonces
la trompeta
no un disco
no una grabación
no un balcón abierto como el mío
sino la trompeta
de plaza irlanda
que canta
la soledad no me pesa
me abraza
cierro los ojos y dejo
que me tome
la sensación de las estrellas
sobre el cielo apagado
y ya no pienso
en la monstruosidad cotidiana
ya no pienso
en la mañana que no termina de llegar
en la piel
que pierde su elasticidad
y el color
y las ganas
en los edificios que crecen
contra natura
y las cloacas
y las calles
que alguna vez se apagarán
no puede añorarse
lo que no se puede perder
no hay entradas
suficientes
y siempre son fanstasmas
que ya navegan con nosotros
en la mudez
de los días
de la estridencia de los días
de las falsas luces
y las canciones perdidas de esta ciudad

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