ninguna soledad es igual a otra
pero todas se parecen
nacimos
arrojados a la búsqueda
tenemos sed
todo el tiempo
a cada hora
parados
ante un océano imposible
olvidamos el golpe del rayo
y por eso equivocamos
las formas
las maneras
de temblar que tiene la vida
el tamaño del orgullo
ante la nada
no puede medirse
durante el ruido:
hay que callar
cómo puede el hombre mirar al hombre
si cree que está solo
y no ve
más allá de sus límites
si no comprende
por miedo a la muerte
y al vacío
que vamos tocando
las paredes del globo
hasta rajarlas
hasta que se rompan los cristales pasajeros
hasta que la palabra se desgarre
sobre nosotros
y nosotras
(esto también hay que decirlo)
todo permanece velado
Todo
a veces
cuando la claridad nos rodea
también nos está cegando
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