jueves, 2 de enero de 2014

la sed

He dejado pasar horas
sin abrir la boca
frente a la hoja
y sólo quise abrigarme
ante el calor
de las supernovas
con el frío
de mi silencio

vi el último sol del calendario
descender sobre el horizonte de metal y hierro
donde antes
antes del hombre
y de la América
había ciénagas y río

todo cambia
a nuestro alrededor
pero perdura
la pequeña certeza
de la luz
las estrellas
cuando están
altas en el cielo
son apenas
un recuerdo

no sintamos pena
por el tiempo
no puede medirse
la experiencia
ni siquiera
con este aparato imperfecto
traído desde la lengua

hay un desierto que se abre
para recibir el mar
la calma que antecede
a la muerte
la sed del que no deja de caminar

más tarde llegó el agua
habían pasado demasiadas horas
y ya sentía liviano
el peso del cuerpo
sobre mis pies
abrí la boca
bajo el cielo
dejé que el aire saliera
caliente
dejé que entrara la calma
y una gota
y otra
y otra más

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