viernes, 27 de julio de 2012

Hogar

Entro a mi casa
abierta cerrada abierta
 días sin pisar
 detrás de la puerta
 una luz
 la misma que dejé encendida
 para que cuidara
  la noche
para que el fantasma que habita conmigo
no piense que me he ido para siempre
 porque con los viajes
 y los caminos
 también aprendí a volver
también aprendí a desandarlo todo
y a olvidar
y untar con miel las heridas
 para lamerlas y desatarlas
 cuando menos lo espero
como un tornado
en un sueño oscuro
 una yegua de la noche
 que galopa dentro mío
 innecesariamente
 porque todo eso
lo cerré
lo dejé bajo llave
 en una cueva neutra y sin rencores
de mi memoria
 entonces
 para qué volver
 si no hay nada qué buscar ahí

cruzo el portal
 y sé que el tiempo pasó
llevándose todo
sé que aprendí
a manejar a mi antojo
 la historia de las palabras
 a través de las rocas
 y nunca soy yo
 la misma
que regresa
 siempre es
 alguien más
abierto
 más sensible
todavía
como se puede ser más sensible
 todavía
y respirar
 y dejar que los ojos se vacíen
 cuando una canción
 camina a la par del atardecer y los cerros

 cierro mi ventana
 efímera
y quiero tomar la tierra
 abrazarla
 que me diga otra vez
 en ese silencio
 lo que es la espera
 y el tiempo
 y la noche
 quiero traer conmigo
 todo esa maraña
 de voces incorpóreas
 que me llevan lejos
 esas luces que nacen
 de los rincones del universo
 y son mías
 son solo mías
 aquí en mi cabeza
 quiero que mi hogar
 sea el frasco
 donde guarde todas las palabras
 estas
 que nunca alcanzan
 hasta que se rebalsen
y se llenen de vida
 todas la puertas
 todas las ventanas de mi casa
hasta que no me quede
 las paredes
para escribir
 las pobres paredes blancas
de mi casa

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