lunes, 14 de mayo de 2012

lo que el invierno pueda dejarnos

el fresno
que vive
en la vereda
que da a mi blacón
insiste en mostrarme
que el tiempo pasa
lo escucho hablarme
con el silencio del viento pegadito a mi ventana
hace frío, le digo
me encanta el frío
y recuerdo cuando en verano
bailabas verde y brillante
como encedido por las luces
recuerdo como tu copa se mecía
en la noche
y el atardecer de la tormenta
te dejo rengo
o manco
o como queden los árboles
cuando los hiere
la furia de un tornado
visceral
de dónde venía ese viento,
te pregunté
de dónde vienen todos los vientos
me sentí tonta
porque no había dejado registrado
en ningún lado
las copiosas hojas
que empezaban a apagarse
a teñirse de dorado
e iban cayendo sobre los adoquines
es magia
es magia
decís o digo o le oigo decir a un niño
cuando alzás los ojos
y ves la lluvia de hojitas caer
como hélices
o papel picado
entonces
se fue desnudando
mientras el sol del otoño
hacía que todo
fuera miel y bronce
y te lanzaba a la taza de té caliente
y las galletitas de canela
y el fresno
fue mostrando su muñón
su rama herida
y fue perdiendo la melena
y dejó de rugir su copa
para ser hoy
un esqueleto de ramas
una telaraña de deditos flacos
todos marrones y largos
porque yo sé
que debajo están las hojas
pero ahora
no es momento
ahora
hay que aceptar
que la noche
se alargue infinitamente
y la luz sea sólo un momento
porque si aceptamos
vemos
que la luz brilla
todavía
cuando todo se ha apagado
cuando nos quedamos
solitos
frente al universo
frente al manto violeta de la noche
porque así,
me dice un tronco desnudo
así se acepta la muerte
y se acepta el tiempo

1 comentario:

  1. Uh! Hermoso poema. Los árboles son sabios, Ojo.
    Me gustó mucho. Es tan triste y tan tranquilo... parece casi como si susurrara un terrible secreto.
    Un placer leerte, como siempre.

    Pasaba también a decirte que te dejé un mini regalo en mi blog. Date una vuelta cuando puedas! Saludos!!

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