sábado, 29 de octubre de 2011

dissapear

ante cualquier caducidad
la incetidumbre que resta
cuando cerrás las puerta
cuando sonreís desde el ancesor
cuando espero como un evangelio de la sombra
una despedida
que venga a llevarse lo que queda del pasado


frente al vacío
de la palabra por venir
y de los kilómetros que tal vez nunca logre recorrer
y de los libros quemados
en mi cubo de cristal
en un horno de dimensiones infinitas
autárquico y miserable

miro los frascos de vidrio
las botellas antiguas
las piedras traídas de la ruta
de todas las rutas
y todo lo que permanece en el aire
se parece más a una palabra
o a un deseo
justo antes de disolverse

jueves, 13 de octubre de 2011

la quietud diestra

Estoy a punto
de dejar
el asiento duro
impersonal
cortarme las uñas
con la minuciosa paciencia
del inútil
del zurdo incapaz

me sujeta
el cielo limpiándose
en mi blacón
la membrana plateada de los techos

la perspectiva
de los edificios
como mausoleos
abandonados
la misma grandeza
en una cadena infinita de ventanas

después me vuelvo
ínfima
siento la lengua atorada
el ojo demasiado atento
a las pequeñas cosas
a todas esas pequeñas cosas
que no puede decir

una celosía abierta
un aparato torcido
los árboles de verde vidrio
casi como un aguijón
mellando
en la piel plástica de mi voz
mellando
una hora tras otra
con las uñas todavía
crecidas

viernes, 7 de octubre de 2011

las tormentas son cadenas blancas

Lleno mi plato
con las flores caídas de los paraísos
la lluvia y el viento
han derramado
cascadas y
las piedras
las calles
los restos de un grito
detrás de los techos ungidos
todo horizonte se vuelve infinito
el ave rapaz y su pico amarillo
que confunde una membrana húmeda
con un lago de mercurio
dónde quedó tu hogar
de peñascos o montes
una pared manchada por el camino oriental
del agua
el tiempo no avanza
se transforma
el espacio
la voz de un mundo
que antes sólo sabía ser silencioso