jueves, 13 de octubre de 2011

la quietud diestra

Estoy a punto
de dejar
el asiento duro
impersonal
cortarme las uñas
con la minuciosa paciencia
del inútil
del zurdo incapaz

me sujeta
el cielo limpiándose
en mi blacón
la membrana plateada de los techos

la perspectiva
de los edificios
como mausoleos
abandonados
la misma grandeza
en una cadena infinita de ventanas

después me vuelvo
ínfima
siento la lengua atorada
el ojo demasiado atento
a las pequeñas cosas
a todas esas pequeñas cosas
que no puede decir

una celosía abierta
un aparato torcido
los árboles de verde vidrio
casi como un aguijón
mellando
en la piel plástica de mi voz
mellando
una hora tras otra
con las uñas todavía
crecidas

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