En la casa blanca
vive una reina vieja
el pelo café
le llega hasta las rodillas
pálidas y pulidas
por el vaivén de las oficinas
ahora sus ojos plateados
ahora sus dedos fríos
ahora su manojo de respuestas hechas
su sonrisa bífida
no está sola
la siguen como mulas
y colas de largos vestidos
roedores y fantasmas
de cuencas vacías
el halo radiante de los hologramas
los pulcros vestigios
de un reino falso
pantomimas
a sus banquetes
ungidos de oro
y talismanes
recurren banqueros
y damas con liturgia
dejan su limosna
otras reinas
mejores pagas
y hablan hasta hartarse
de lo dura que es su vida
se reunen un una escalera
flaca alta
como una torre de cemento
o un ojo blindado
y engullen miradas
hacia la plebe roñosa
los que pululan detrás
de su existencia diminuta
las palabras caen
y aplastan
hermanos
padres
buenos amigos
los huesos se amontonan
los gritos de dolor se apagan
con el fuego de los centinelas
el olvido es rápido
fugaz y limpio
entonces todo parece un acto
aplauden
y dejan correr
bajo el arroyo de su mugre
las máscaras rotas de su esqueleto
la reina
duerme tranquila en su cofre
inventará más tarde
un nuevo decreto
lo oirán sus cuatros paredes blancas
lo cumplirán a raja tabla
todo su séquito de roedores
y la mugre llegará
lentamente
a los cimientos de la torre
para terminar
uno a uno
como a todos
los días que quedan de esta vida
domingo, 24 de julio de 2011
martes, 19 de julio de 2011
Detonador
Antes de que
ellos llegaran
debíamos derrumbarlo todo
decían que
lo único que quedaba por hacer
era demoler
hasta los cimientos
no dejar rastro
y partir
o esconderse
que es lo mismo
entonces
acompañé a mi madre
a hacer los trámites
y luego vimos
las columnas oscuras de la casa
en un sótono
o un agujero
donde los roedores sólo habían dejado
sus vestigios
El plan era
derrumbar
e irse con lo puesto
Alguien nos dijo cómo
y nosotros pusimos
los explosivos
aprendí el mecanismo
el botón rojo
nadie me dijo
hacete cargo
pero yo me gaurde el botón rojo
el que detonara
el fin
y se cayeran las columnas de mi casa
las columnas de la casa de mi padre y de mi madre
la casa enorme
las siete habitaciones
los muros blancos
los muebles abiertos
como iglesias abandonadas
pero cuando estuvo todo listo
quise salvar
lo más importante
lo poco que nos quedara
y es que no había tiempo
y pronto llegarían
y teníamos que haber dejado
nuestro hogar
para que nada encontraran
de nuestra vida
para que
no pudieran hacer nada con ella
nos llevamos
los papeles
con mi abuela
los guardamos en su baúl
en el camino
compramos suministros
en una farmacia
la cola era interminable
porque todos sabían que
Ellos venían
entonces
vos me viste
tenías el pelo más largo
hablamos de los hijos
fumabas
hablamos de los hijos
y del amor
y nos sonreímos
el ojo a un lado
veía el cielo
ahora amarillo
casi verde
los gases lo habían arruinado
todo, pensé
después te fuiste
o nos fuimos
y mi abuela
me regaló un dije:
un ojo dorado con alas
yo lo miré bien cerca
me lo puse en el cuello
pesaba
como un yunque de silencio
pesaba
volvimos
la casa perdida en el caos
de lo que amontonamos
con el tiempo
el caos
como si la bomba
ya hubiera estallado
pero todavía
estábamos vivos
quise
salvar algunas fotos
y busqué un reloj viejo
oxidado
tomé, creo, algo de ropa
todo lo que entrara en mis tres bolsos de mano
mis tres bolsos negros
(el plan era derrumbar todo
e irse con lo puesto)
Antes de partir
fui al baño
y rogué
que me esperaran
me la pasé laburando, les dije
y mojé mi pelo
lo peiné
me miré al espejo
apagué la luz
salí
para que apago la luz
si ahora todo quedará destruido
pensé
y comencé a buscar
en mi bolsillo
tanteando
los lados redondeados
de un botón rojo
solo yo podía apretar el botón
era lo único que faltaba hacer
para que todo terminara
para que todo terminara
desperté
jueves, 14 de julio de 2011
Nombre
Vine
a cruzar el tiempo
trepé
por la torre más alta
aullé mi nombre
raspé
incansable
una pared blanca
helada como la noche en el Atlántico
apenas
vi una mano
sobre la enorme puerta
Silencio
a cruzar el tiempo
trepé
por la torre más alta
aullé mi nombre
raspé
incansable
una pared blanca
helada como la noche en el Atlántico
apenas
vi una mano
sobre la enorme puerta
Silencio
sábado, 9 de julio de 2011
20
La arena
a veces
nace de las palabras
Narrar
lo que quede
enterrado,
como cráneos y
plantas viejas
Una vez
yo estuve en un lecho
yo estuve en un lecho
y todo era noche,
montón de piedras lunares
Y en el mar
Y en el mar
hay mundos que no se
parecen:
una cola de delfín,
una peca oceánica
manchón mediterráneo
manchón mediterráneo
agua y olivar
Llegar
a la orilla de la
nada misma
como esperando
que se cierre un círculo parecido al cielo.
viernes, 8 de julio de 2011
Robinson
Y no sólo
voy a pintar al mundo
de azul
ni me quedo
con un tercio de lo
que deseo
me contengo
en un remo de titanio
paisaje de noches
con
velas altas
Cómo hizo el mar para
estrecharte en su vientre
hijo
puro artista del sol
una uña escarbando
aquel muro
templanza de las
selvas que me abrazan
en esta botella
danza un animal verde
un poema apestoso
escrito con escamas
de tiburón
martes, 5 de julio de 2011
13
Me he sentado a
escuchar el manantial
una boca que no se espanta ante la noche
una voz que
conoce el final
Cuando el cuerpo
duerme
las palabras siguen murmurándose entre ellas
Hay
en ese tiempo
un olor a papeles viejos
se
queman
se
desgranan
se
beben
como pedazos de
membrillo
como estrellas rojas
que planean
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