martes, 27 de julio de 2010

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De nuevo volvimos,
ella
se tendía en el piso ronroneándome
me quedé quieta
me dejé abrazar por el pánico
y aquí estaré
prendida hasta la noche de la luz mortecina de mi estufa
aquí estaré con el hábito rasgado
la mano detrás la mano detrás
guarda
masturba una sensación de vacío
de pedazo que no dice nada
de días descontados
de una teta blanca intocable
casi virgen
como la de una estatua de sal

Aquí
ya no es aquí
donde me pinto violácea
ante mi carne desnuda
vestida pero desnuda
Al mirar el camino
las espinas sin raíz
todas adentro como pústulas
las palmas todas lastimaditas
cubiertas por un musgo o un óxido
me siento saciada
pero incompleta
incapaz de serle fiel al mundo
incapacitada para la vida
siento
cortada la lengua
por la clara certidumbre
de  ya no poder nombrar nada
de tener atada a la sensación
una máscara
de cubrirme con tierra para no fumar esta malaria
un espejo que se retuerce hasta agotarme
y volvemos a empezar.

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