viernes, 20 de septiembre de 2013

estamos solos

acaso
todos somos pequeñitos
estamos llenos de escamas y nadamos
somos la ameba parda de los mares del norte
la antena anular de los gusanos
el buitre que espera en el desierto
cada árbol está conectado a nosotros
y nosotros estamos conectados a las raíces
y a las aves y a las estrellas
bailamos sobre el elemento
y la luna amarilla del equinoccio
nos ve
pequeños
mientras crece su vientre y su boca blanca destentada
estamos del mismo lado
inclinados
hacia la nada
con un pulgar sosteniendo el vacío

estamos solos
peor no tengas miedo
no te dobles con el peso de los días
cabalgándonos
nadie puede empezar el día
con un hacha colgándole
sobre la frente
no se puede mirar
la vida
así no se puede sonreír

nadie podrá decirme
quién soy
sin que haya olvidado quién era
ni el misterio de las lagunas
ni el silencio y la brisa en los bosques
aquí
en este cuerpo que habito
como un cajón o un sudario
en esta cárcel que se cierra
con cada latido

martes, 17 de septiembre de 2013

tiempo compartido

la luna me confiere
la claridad
para
para mirar
la soledad de los techos
y no tenerle miedo
al rumor que nace lejos
como una estampida sobre la tierra


el sol
bajo el que duerme mi cuerpo
el sol
que habita esta piel blanca
muere
en el horizonte
todas las tardes
en mi ventana
teatro silencioso para un gigante

es el mismo sol y la misma luna
que comparto
con los árboles de parque patricios
y las montañas que no olvido
y las muejeres que lloran a sus muertos
y los ancianos
y los obreros
y los niños
porque todos brillamos
(como el sol y la luna y las estrellas
dijo John)
y todos morimos alguna vez
en paz
o sin tiempo para cerrar los ciclos

así transcurren las existencias
bajo la luz y la oscuridad

el tiempo en espiral del universo
y su cifra
y a pesar de la megalomanía de lo pequeño
este mundo está vivo
porque también está muriendo


martes, 3 de septiembre de 2013

cuarteles de invierno

son las últimas tardes
del invierno
dentro de la cueva blanca
de los sueños que fui tejiendo con mi propia piel


ves
la línea líquida de los días
agrandarse
y ya poco queda de la noche
en que nos abrazamos
tendidos
por el fuego de la desidia
y el silencio

estaría horas
largas horas
mirando como todo cambia
aquí arriba
en este faro
sitniendo el sol golpear mis párpados
sin lastimarme

lo que más me gusta del invierno
es el sol
que  nunca me hace daño

podría creer en dios
bajo estas nubes
si no fuera
porque
afuera
también están las bombas

he aprendido
a aceptar los ciclos y las aves
a celebrar
la vida que tengo
la que me dejo tener

bajo este manto protector
las luces
se encienden
los ojos de una luciérnaga que huye
el sol
cae
muere
y todo lo hace hermoso

las ballenas grises que viajan en esas nubes
se desprenden
del temor
y
ninguna oscuridad nos asusta
ya

ni las tempranas
hornallas
ni los fuegos incandescentes de los árboles
ni las lámparas

estamos esperando
agazapados
lo que viene desde el oeste
un perro cuando ladra
los adoquines cuando vibran
sobre mis pies
el roce
del viento frío
y quisiera creer
en dios
si no fuera por las bombas ahí afuera